jueves, 29 de julio de 2010
de instantes sueños y tango
Entre y me senté , como es de costumbre ,en la mesa más cercana al lugar de baile , a ese lugarcito donde un mar de pasiones ,sentimientos y encantos son encerrados en el ritmo de un tango o una milonga.
Llame al mozo y me prendí un cigarro .cuando este llego le pedí un whisky, luego él se fue hacia la barra dejándome solo con el hermoso baile que se desarrollaba frente a mis ojos.
Me encontré nuevamente observando el baile, analizando los pasos, las miradas y encontrando y desnudando al mismo tiempo todos los instantes de pasión que se caían.
Siendo sincero, no sé bailarlo, de todos los pasos que deben existir se solo uno, pero conozco la famosa regla: el hombre lleva a la mujer.
Se debe pensar que no se puede analizar el baile y dejar al desnudo las expresiones de sus pasos. Peor hace falta simplemente ver la mirada, la mirada de él a ella y ella a él. Una mirada que queda quieta desde el primer paso y que durante ese tiempo de baile remplaza a la palabra.
De repente una voz cerca de mí dijo:
– Que hermosa mirada, dice mucho más que todas las palabras juntas-yo gire para ver, sintiéndome como si esa persona me leyera la mente – va digo solo hace falta verlo para darse cuenta y cualquiera puede entenderlo.
Yo respondí con un gesto de aprobación, y luego ella dijo:
– Disculpa, ¿te molestaría si me siento acá?
– No, no para nada – respondí – las cosas hermosas de la vida es mejor apreciarlas en compañía.
Ella esbozo una pequeña ricita y luego dirigió su mirada al baile, yo me la quede observando por un instante. Traía unos jeans negros y una camisa que en cierta forma asían juego con sus labios pintados del mismo color. Llevaba el pelo atado, un pelo de color castaño, sus ojos eran verdes, poco comunes en la gente. Tenía unos labios muy hermosos y una nariz dentro de todo también muy linda (nunca fui bueno para describir narices).
Algo que recuerdo que me llamo la atención, además de sus ojos, era el perfume que llevaba. Era una fragancia muy especial, que me llevaba a la época cuando era joven y andaba enamorado de una chica que usaba el mismo perfume y que nunca más había vuelto a oler hasta esa noche.
De repente ella giro la cabeza y se choco con mi mirada y pregunto:
– ¿Qué paso? – desviando un poco la mirada y con vos de preocupada
– Nada, nada – conteste yo luego de haber vuelto en si bruscamente – es que te veía cara familiar. ¿queres tomar algo?
Ella rio un segundo – si, si me encantaría respondió quedándose mirando como si encontrara en mi algo familiar.
– ¿Qué tomas? – pregunte haciéndole la seña al mozo para que venga
– Whisky – respondió, sin sacar la vista e mí.
El mozo se acerco y dijo:
– Si , dígame
– Podría ser un whisky – respondí.
El me hizo una mueca de aprobación y se dirigió a la barra.
– ¿Por qué? – pregunto ella al instante que yo buscaba en el saco al caja de cigarros.
Yo la mire y respondí:
– ¿Por qué, que?
– ¿Por qué venís acá? , te vi ya varias noches, siempre el mismo lugar, misma hora, misma mirada, el mismo whisky. Y después del tercer cigarro agarras el saco y te vas para la noche siguiente volver y repetir lo mismo ¿porque?
Yo me la quede mirando mientras le sacaba una pitada al pucho que recién había encendido y luego le conteste:
– ¿te sentiste alguna vez presa de una rutina, de un reloj, de un trabajo?... yo sí, pero logro salir y cuando lo logro la luna ya se está asomando entre los edificios y me pregunto ¿Qué hago? ¿Qué hago con este instante de libertad?
Entonces comienzo a desvelarme a cambiar de posición en la cama, buscando el tan esperado sueño que no llega. Y ahí agarro el saco y salgo a caminar. – le robe una pitada mas al pucho – que mejor que aprovechar ese instante de libertad que escuchando un acordeón, o deleitándose mirando las parejas bailar y recolectar algún que otro recuerdo de la noche que nos acompañe en el día siguiente para que no sea tan pesado.
Se genero una pausa y luego reí, no sé por qué, no sé de que, simplemente reí.
Luego pregunte:
– Y vos. ¿por que venís todas las noches?
Ella se quedo callada. En ese instante llego el mozo con una botella de whisky y un vaso mas. Luego sirvió los dos vasos yo le agradecí y le pedí que dejara la botella, el mozo hizo una seña de aprobación y se dirigió de nuevo a la barra
– Para vivir un instante más o dos ¿quién sabe? – ella rio, tomo del vaso que estaba frente suyo y luego explico: – leí, escuche, vi que dormir es estar muerto. Es un instante en la que simplemente desaparecemos de acá, dejando solo un puñado de deseos, pasiones, fragmentos vividos, no vividos, tal vez por vivir o que buscamos vivir. Dejamos amores, miedos y locuras, y encarnado todo eso en algo simple y minúsculo peor a la vez grande y complejo como los sueños mismos. – hizo una pausa para tomar otro trago más de su vaso – no es que no sueñe, que no me tomo ese instante de morir para renacer a la otra mañana. Simplemente lo hago esperar, alargo mi instante de vida y trato que cada momento que pase sea único o muy diferente al anterior.
yo me quede mirándola, había algo en ella que era encantador además de su voz y su risa
– ¿Y cómo? ¿Cómo haces para llegar tarde a esa cita con la muerte disfrazada de instante de sueño?
– Bailando – respondió ella con una pequeña sonrisa entre sus labios – bailo para vivir un poco más, para gozar cada momentito y hacerlo único.
Porque al final nuestro instante de vida está hecho de pequeños momentitos, y que más lindo que guardarlo dentro de un baile.
Ojo no todos los bailes nos regalan un instante similar. Por ejemplo la rumba nos regala un momento que se pasa rápido pero lleno de alegrías y de vida, un tango nos regala un momento que pasa más lento y en el cual se desprenden miradas y pasiones únicas de la vida.
Se genero una pausa, la música había terminado. Ella se sirvió un poco más de whisky, yo saque un cigarrillo más del paquete y me lo prendí. Al instante comenzó la música de nuevo.
– ¿sabes bailar? – pregunto acercándose un poco.
Yo negué con la cabeza.
– Que mal, dicen que los momentos más hermosos se viven bailando. – dijo y luego dejo escapar una pequeña risita.
Yo sonreí enojándome con migo mismo por no saber bailar y perdiéndome por completo el poder compartir como dijo ella, ese momento hermoso bailando juntos.
Termine el pucho y después caí de nuevo a la vida normal, acerque el reloj a mis ojos y vi la hora. Ya era muy tarde y al día siguiente tenía que volver a la rutina.
Putie por lo bajo y después dije:
– Me encanto haber compartido esta noche de instantes, sueños y tango con vos, peor mañana vuelvo a la rutina asique me voy a ir yendo.
Espero volverte a ver, y esa vez seguramente vamos a compartir un tango.
Ella rio y luego dijo:
– Espera – agarro una servilleta, saco una lapicera del bolsillo y escribió algo en ella – léelo una vez hallas llegado a tu casa.
Después de decir eso se acerco, me dio un pequeño beso en la boca y guardo la servilleta en el bolsillo de mi camisa. Nos miramos por última vez se levanto y se fue.
Yo me quede sentado, todavía no había digerido el momento. Lleve mi mano a mis labios y luego al bolsillo de la camisa mientras seguía pensando en ese beso, mientras seguía pensando en ella.
Al instante volví bruscamente en mí. Me pare, agarre el saco y me fui.
Al llegar a casa lo primero que hice fue buscar en el bolsillo de la camisa el papel, que decía:
Sueña, ahí el hombre es libre de verdad.
Y guarda uno, cien, todos los sueños para vivir el día.
PD: si, soy ella, aquélla muchacha que recordaste.
Cuando termine de leerlo reí, de que o por qué no se , simplemente reí.
Mi día siguiente fue rutinario, pero lleve escondidos los cien sueños de la noche y el recuerdo de ella y esa noche. Los guarde en una lata para vivir el día con pedacitos de la noche.
Y ella, ella tal vez este en algún bar, alguna milonga, o alguna calle. ¿Haciendo qué? Simplemente bailando, bailando para vivir un ratito mas
Vito Andolini 2010
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